Los prejuicios lingüísticos (Tusón, 1996) Blog(re)seña

Por Alex G. Barreto (http://alexgbarreto.wix.com/vitae)

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«Hay que hablar a Dios en castellano; con los amigos, en francés; con el caballo propio, en Alemán; con las mujeres, en italiano; con los pájaros, en inglés» (En Tusón, 1996 p. 37)

Esta expresión atribuida a Carlos I expresa a la perfección uno de los juicios contra los que se despacha el libro de Tusón. Este es un texto que bien podríamos ponerle la etiqueta de «ecologista»… su argumento central, es que aunque siempre existen juicios de valor y de hecho con respecto a las lenguas,  los prejuicios lingüísticos, llevan a que las lenguas minoritarias y con bajo prestigio frente a otras puedan desaparecer, por eso se pregunta ¿Por qué hoy se mantiene como un consenso que hay que frenar la extinción de especies animales, y no se mantiene el mismo acuerdo en cuanto a la extinción de lenguas?

Precisamente, por los prejuicios. El los define como «una desviación de la racionalidad, que casi siempre, toma la forma de un juicio de valor o bien sobre una lengua (o alguna de sus características) o bien sobre los hablantes de una lengua (en tanto que hablantes). Y se trata de un prejuicio generalmente dictado por la ignorancia o por la malevolencia, ajustados a estereotipos manqueos y dictados por la desazón que nos producen todas aquellas cosas y personas que son diferentes a nosotros».

El autor indica que es una ‘definición libre, poco académica y orientada a la denuncia y construcción’. Yo pienso que también le faltó decir ‘emotiva’. Tusón escribió primero el libro en una lengua minoritaria: el catalán. Se podría decir que fue el fundador de la lingüística en Valencia. Esto no es gratuito. Un aspecto interesante es que en Catalán el libro originalmente se tituló Mal de llengües (¡¿mal de lenguas?!) Me parece esta una gran perdida. ¿Es el prejuicio lingüístico una enfermedad? ¿El «mal de lenguas»? después de hacer un recorrido histórico por las distintas acepciones que han tenido sobre las lenguas distintos filósofos, gobernantes y autores, clasifica los prejuicios en tres categorías, las cuales titulan sus capítulos y van en ‘crescendo’ en nivel de peligrosidad. Primero, los prejuicios inocentes (que hay lenguas ‘fáciles’, ‘difíciles’, ‘suaves’, ‘ásperas’, con muchos o pocos hablantes), después, los prejuicios culturales (lenguas ‘ricas’, ‘pobres’ léxicamente, lenguas sofisticadas o primitivas etc.) y por último, lo terribles prejuicios geopolíticos (lenguas que sanan, que enloquecen, lenguas de comunicación y el conocimiento etc.) El libro es un buen recorrido. No deja uno de sentir que Tusón busca culpables y no mira que muchas de las percepciones que denuncia son construidas históricamente.

Este tema es relevante para los interesados en las lenguas de señas y la educación de los sordos. En general, se ha dicho, no sólo por los que desconocen el tema de la educación de sordos (los ‘ignorantes’), sino también por algunos de sus activistas ( esto es lo más interesante, los ¿’malevolentes’?), que las lenguas de señas son pobres léxicamente, que son primitivas, que son difíciles (o fáciles) de aprender, que tienen muy pocos hablantes que van en camino a la extinción. Pero ¿que tantas de estas aseveraciones son prejuicios? Que tantas de estas aseveraciones son una expresión en términos de Tusón «…dictad[a] por la desazón que nos producen todas aquellas cosas y personas que son diferentes a nosotros». Sí, ¿en qué medida es posible que nuestra lucha por la estandarización de las lenguas de señas en la educación de sordos, la enseñanza y difusión de la lengua de señas, o por el contrario, el incentivo del castellano escrito y oral en las personas sordas, sea una expresión de la ‘desazón’ que nos producen los sordos, tal cual podría ser ‘ su estado natural’ en el mundo?

Esto lo digo en diferentes vías. Los ‘maniqueismos’ que bien señala Tusón,  son los que no permiten ver que hay distintas clases de sordos que no caben en categorías como prelingüístico, post-lingüístico, señante, oralizado. Si bien, soy un convencido de que las lenguas de señas ocupan un papel principal en la construcción de identidad y subjetivación de un cierto tipo de personas sordas, creo que la experiencia humana de los sordos en el mundo es mucho más amplia para circunscribirse al código. Quizá aqui valdría la pena hacer la distinción entre lo lingüístico (de lengua) y lo lingüístico (de lenguaje). La experiencia sorda está vehiculizada (como la de todo ser humano) en el lenguaje, no en la lengua.

Un libro pequeño, corto y bastante salpicado de datos… recomendado.

 

Acerca de abarretoz

Sign Language Linguist and Anthropologist
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