Un Homicidio en Lengua de Señas: El Impasse de un Verbo (Segunda Parte)

Como esta es la continuación de Un Homicidio en Lengua de Señas: El Impasse de un Verbo (Primera Parte) copiaré nuevamente el diálogo base de nuestra entrada, para facilitar el ritmo de lectura.

[…]

Juez: -Señor Goméz, cuéntenos lo que observó usted la noche del 24 de febrero cuando asesinaron al señor Edilberto Gutierrez siendo las 1:35 de la mañana.
Intérprete de lengua de señas: (señando)

[…después de un eterno y silencioso minuto, el audiencia se inquieta al percibir la tensión del traductor]

ILS: -Señor juez.
J: Dígame.
ILS: -¿Puedo hacer una pregunta?

[El Juez se acomoda en su silla con el rostro contrariado… levanta una ceja invitando al funcionario a expresarse]

ILS: -¿Me es posible conocer como asesinaron al hombre en cuestión, para traducirlo específicamente?
J: Imposible, estaríamos viciando la pregunta.
ILS: -Entonces, ¿Podría prescindir del término «asesinar» al realizar la pregunta-traducción?
J: Tampoco… ¿¡Por qué hace ese tipo de peticiones!? Tradúzcalo así, tal cual como se lo estoy diciendo.

[…]

Eliminemos inmediatamente algunas posibilidades de este ejemplo que no me interesaría considerar.

Primero tengamos en cuenta, que esta situación se desarrolla en la lengua de señas colombiana. Aunque conozco que existe una seña en ASL para matar (kill) con dos variantes conocidas (una con la K y otra con la configuración manual PRO1). No puedo precisar el significado de dicha seña en términos de TC, CN y CM (véase la primera parte), además en este momento desconozco las posibilidades que ofrecen las demás lenguas de señas: LSA, LSV, LSE, LESCO, LIBRAS etc. Por lo cual, les pido a los lectores de otros países que imaginemos un contexto colombiano de nuestra situación-problema, en donde el intérprete de LSC no puede utilizar una seña que puntualmente de cuenta de la noción de matar, sin que tenga utilizar como lo mencioné en la anterior entrada, verbos con clasificadores de objeto que lo obliguen a decidir una forma especifica de modus operandi en su pregunta-traducción. En nuestra situación hipotética no existe una seña única de matar. Eso nos elimina una posibilidad que aparentemente facilitaría el problema.
También en nuestro ejemplo, el intérprete no conoce previamente el expediente de juicio, ya sea porque no tuvo tiempo de leerlo, porque no se lo permitió el juzgado o porque no quiso leerlo pudiendo hacerlo (por supuesto, una muy mala decisión) El asunto es, que el intérprete tiene muy poca información de su contexto, salvo que sabe que efectivamente va a prestar un servicio de interpretación en un juicio penal y que generalmente en esos lugares se hablan de delitos. Por lo tanto, aquí eliminamos la posibilidad de que se aduzca que en estos contextos debería estar contextualizado el intérprete; debería haber leído los expedientes, debería estar empapado del proceso penal, debería tener experiencia en contextos judiciales, debería… bueno, todas esas cosas que en la vida real en las regiones de Colombia y hasta en la capital, a veces no se cumplen. Nos quedamos pues con un intérprete promedio (ni muy novato, ni experto) en la situación desfavorable antes expuesta.

Para terminar las objeciones a nuestra escena jurídica, la persona Sorda es un usuario de la lengua de señas de proficiencia lingüística promedio (eso excluye que sea un Sordo abogado, lo cual sin duda cambiaría las cosas). Y por último, es necesario mencionar que se esta filmando y grabando tanto las señas como la voz del intérprete en su ejercicio durante todo el tiempo de la audiencia oral, además de todo el protocolo judicial.

Creo que delimité bastante la situación por analizar. Seguramente, los colegas intérpretes que estén acostumbrados a prestar sus servicios en contextos más amables, se sientan horrorizados al pensar en una situación tan absurda, que obviamente llevaría -hablando en términos simbólicos- a que el intérprete, muriera en el intento de realizar su trabajo. Sería una situación oníricamente suicida para un intérprete. Esta bien, lo acepto. Sin embargo, vamos a suponer que nuestro intérprete promedio es -además de todo- una amante de la adrenalina y los deportes extremos que no le importa ir a prisión.
En este orden de ideas, ¿que haría usted? Se me ocurren unas lineas básicas de decisión-acción.

1) Para no poner al descubierto que usted tiene un problema, digamos, «lingüístico» en el desarrollo de su trabajo, podría arriesgarse a «adivinar» como mataron al sujeto en cuestión

2) De la misma forma podría usted interpretar la pregunta de modo que se acerque al contenido de la pregunta en la lengua fuente, pero que léxicamente, evite el escollo de referirse a la forma del asesinato.

3)Podría usted interrumpir el juicio para preguntar al juez la información que necesita para no equivocarse en la interpretación. Exponiéndose a la incomoda situación de justificar ante una gran multitud en un momento tensionante, los motivos de sus preguntas.

4) Podría usted optar por decir que la pregunta no es posible traducirla exactamente a la lengua destino y que por lo tanto es necesario reformular la pregunta, (con la esperanza de que la próxima sea más fácil de traducir)

Empecemos por la primera opción, la más solapada y descabellada. Una decisión muy peligrosa por cierto, pues prácticamente dejaría el éxito de su interpretación al azar. Sería como una ruleta rusa; usted sabría que existiría una seña adecuada para reflejar el Tipo Cognitivo de «lo asesinaron» pero como no sabe cuál es dentro de unas siete posibilidades, se arriesga (toma la decisión) por una seña, y «espera» a que sea la correcta. Muy parecido a como si tomara un arma, con una sola bala, hiciera girar el tambor proveedor, se pusiera el arma en la cabeza y apretara el gatillo para saber si había o no había una bala. Absurdo.

Ustedes pensaran que estoy exagerando, pero lo cierto es que la situación no es menos peligrosa que en un juzgado, por supuesto, en términos profesionales y legales . Usted está siendo filmado y su voz se está grabando, por lo cual, queda la evidencia física de las etéreas decisiones tomadas en su fugaz intento de interpretación. Videos, que en varios casos han servido para que los intérpretes hayan pasado de asistentes del proceso a procesados.

Y es que pensemos en lo siguiente ¿No le parece sospechoso un individuo x que dice saber una lengua x, la cual (yo, el juez) ni siquiera tengo la certeza de si es una lengua o un complejo sistema pantomímico, y que después de investigar por qué a pesar de no haber encontrado en la escena del crimen ningún cuchillo, el acusado sordo insistía –«¡Yo no lo apuñalé!, ¡yo no lo apuñalé!» ¿»Yo no lo apuñale»? ¿De cuál cuchillo habla?… serían las preguntas de nuestro Juez solamente para descubrir revisando el video del juicio (junto a un intérprete de corrector) que el cuchillo sólo fue el fruto de un arrebato de creatividad del intérprete. El homicidio fue con arma de fuego, pero el homicidio en lengua de señas fue sugerido con arma blanca. ¡Que intérprete tan creativo!

Sin embargo, la reflexión de fondo a este hecho deontológico es: ¿Porque el intérprete tendría la necesidad de involucrarse en este espantoso callejón sin salida? ¿Porque el intérprete tiene que verse en la necesidad de mentir? (porque afirmar o pretender adivinar algo que no se sabe si es cierto, es una forma de exponerse a la mentira… a menos que usted sea brujo) ¿No es más fácil que, en un acto de honradez, interrumpa el servicio de interpretación y admita que no puede o que no sabe hacerlo? ¿Cuál es el miedo? ¿El miedo a dejar al descubierto las falencias propias? ¿Será que es más fácil equivocarse y cometer errores en silencio, que admitir audiblemente que tengo limitaciones, o que en su defecto puedo cometer un error si no dispongo una información en particular?

Ahora bien, es verdad que no se puede tener con todo auditorio dicha «modestia profesional» (Por lo menos no, cuando se trabaja con una comunidad minoritaria estigmatizada) y no todo auditorio tiene la suficiente empatia, paciencia (e ¿inteligencia?) para comprender dicha dificultad técnica. No obstante, dejaría mucho que desear el intérprete que para sentirse seguro en las decisiones que toma, tenga que estar interrumpiendo el servicio cada 15 segundos. Digámoslo de una vez: Si usted no está o no se siente capacitado para tan grande responsabilidad, no lo haga. Contacte una persona o una organización que esté en la capacidad de prestar ese servicio… sin importar que tenga que contactarlos en otra ciudad.

Ahora bien, quisiera ir un poco mas allá con la siguiente pregunta: ¿Será que después de todo, el fantasma de la fidelidad y exactitud, no nos permite reconocer que podemos perder algunas batallas en la interpretación? Aquí hago una aclaración: si bien, aunque la tradición traductológica británica liderada por Peter Newmark entre otros, si algo tiene enhiestas con claridad son las banderas de la exactitud y la economía lingüística, podemos decir que la experiencia nos da irrefutables evidencias de las confesion of defeat (señales de derrota) del intérprete [en Newmark, (1992:10)]. Dichas «señales de derrota» en los libros toman cuerpo en las indeseadas «notas aclaratorias del traductor», que prácticamente son la confesión de un traductor que no supo con seguridad que hacer. Si quisieramos buscar dichas «notas del traductor» en la interpretación en lengua de señas simultanea… ¿Podrían ser aquellas humillantes interrupciones? ¿Serán estas incómodas interrupciones nuestras «notas del traductor»? ¿Nuestras «señales de derrota»? Les dejo esa inquietud de tarea.

Hasta este punto, habrán notado que de alguna manera simpatizo con la idea de interrumpir el servicio de interpretación simultaneo, cuando el impasse comunicativo no nos permite seguir con seguridad en un juzgado. Les daré de aquí en adelante mis razones. Pero antes, consideremos las demás decisiones; hacer una adaptación a la pregunta o interrumpir. La adaptación, podría ser una opción menos conspicua y aunque intrépida, más funcional.

En este caso, el intérprete quizás piense que su auditorio no va a ver su interrupción como un acto de honestidad y rigurosidad, sino como una molestia y una confesión de ineptitud. El intérprete pensaría de esta forma que el auditorio no tienen porque estar versado en lingüística y estudios culturales, por lo cual, sabiendo que la situación exige de él una respuesta rápida -llamemosla «funcional»- optaría por resolver el asunto prácticamente, discerniendo la intención comunicativa, de sus interlocutores en la lengua fuente. Al discernir dicha intención comunicativa de sus interlocutores, el intérprete dejaría de preocuparse por las palabras (el componente léxico) para centrarse en el contenido del mensaje en este caso, la pregunta del juez.

Ahí es donde entra en juego las categorías de Umberto Eco que analizamos de pasada en la anterior entrada, pues dicho contenido de la pregunta se puede expresar o describir en términos de tipo cognitivo (TC), contenido nuclear (CN) y contenido molar (CM). Cuando me refiero a discernir la intención comunicativa del interlocutor, no quiero decir que debemos leerle la mente al juez, pues sería esta otra forma de adivinar. Me refiero a los casos de la llamada «referencia feliz». La referencia feliz es aquel tipo de interacción comunicativa donde los interlocutores, a pesar de estar inmersos en un universo semiósico (de semiosis, signos que remiten a otros signos que a su vez remiten a otros y a otros …hasta el infinito) pueden ponerse de acuerdo con respecto a los objetos que los rodean. Es decir, si yo le digo a una persona -tráigame la silla, la persona no me traerá un gato o un bolígrafo. Una referencia feliz es aquella que acontece cuando al referirme a una silla; la persona me trae la silla que quiero a pesar de todas las connotaciones que puede tener el término (sillas eléctricas, de juguete , sillas en el senado, de montar caballo, una mascota llamada silla, una persona de un país lejano donde la pronunciación de su nombre suene silla, un término ganster para denominar cierta procedimiento del mundo del hampa… o una silla de madera como las que aparecen en las cartillas para aprender a leer)
Entonces, creo que realmente discernir la intención comunicativa del interlocutor, en realidad consistiría en dilucidar su TC o su CN que nos conduzca a una referencia feliz, es decir, que apuntemos a lo que quiere en conocer el juez. Por ejemplo, el juez dice:

-Señor Goméz, cuéntenos lo que observó usted la noche del 24 de febrero cuando asesinaron al señor Edilberto Gutierrez siendo las 1:35 de la mañana.

Para poner un ejemplo, nos sentiríamos tentados a decir que el juez quiere decir: –Cuéntenos todo lo que vio, ese día. listo, fin del problema
En realidad lo que está utilizando el juez es una variedad de prestigio la lengua, en este caso la norma jurídica, aunque los mensajes sean sencillos, quizá el prestigio social no le permite al juez, hablar en términos coloquiales. Quizá el CM cubre la esencia del contenido, que se podría expresar facilmente en términos de TC. En otras palabras el lenguaje jurídico, a veces lo que pretende es «adornar» las expresiones para hacerlas parecer «mas formales» «más serias» pero en el fondo dicen lo mismo que podría decir alguien del común.
Sin embargo, debo aclarar que esto no siempre es así. Pues existen abstracciones no sólo en las ciencias políticas, sino en todas las demás ciencias que no pueden expresarse en los TTCC que muestran los términos coloquiales ¿Alguien me podría decir en una sola palabra que es la jurisprudencia? Empezando la concepción varía depende del país. ¿O que es una subpartícula cuántica de naturaleza no-local? ¿pudiera un mimo expresar dichos términos en su pantomima? Hasta el momento no lo he visto.

Entonces, por esta linea de razonamiento, un intérprete, ubicaría inmediatamente el TC o CN de la pregunta que está formulando el juez, de modo que su interpretación logrará que el Sordo expresará lo que esperan el juez y la audiencia (una referencia feliz) y se acabaría entonces el problema. Sin embargo, aún cuando este proceder sería técnicamente válido y hasta necesario en diversos contextos, lo sigo considerando riesgoso para un juicio.

Sobre todo riesgoso cuando el intérprete no este completamente seguro para donde va el interrogatorio. Excluyendo una descontextualización desafortunada, es muy difícil establecer siempre lo que buscan las preguntas.

Ese es el punto. Vaya saber uno lo que realmente se quiere decir con las palabras. El sentido es algo mucho mas difuso que decir 2 x2 es 4 (por supuesto en base 10).
Si alguien se preguntara que quiere decir la estrofa de la canción de Los Abuelos de la Nada (1982)

«…se me olvidó, que te olvide, a mi que nada se me olvida..»

¿A que conclusión pudiera llegar? ¿La olvidó? ¿O no la olvidó? Esto perfectamente pudiera ser una paradoja, porque si a él nada se le olvida ¿Por qué olvidó? peor aún ¿Por qué olvido un olvido? es más ¿Se puede olvidar un olvido? Toda expresión es suceptible a muchas y diversas interpretaciones.

En el caso de la anterior, aunque se considere una paradoja, se puede argüir que biológicamente todos los cerebros olvidan pues olvidar es un mecanismo esencial para evitar la sobrecarga de información inútil en nuestra materia gris. Además se podría añadir que es un decir coloquial «a mi nada se me olvida» para alardear de buena memoria (aunque realmente se le pueda olvidar algo) Es más, las personas que han tenido varias experiencias amorosas saben que cuando dicen «lo olvidé» no quiere decir que no reconozcan el rostro de su ex por la calle, sino sólo que «ya no significa nada para el/ella»… con este panorama, tenemos un abanico inmenso de posibilidades para interpretar la frase de la canción, tanto que podemos llegar por un lado a la conclusión de que la olvido, y por otro lado, a que la sigue recordando. ¿Podríamos asegurar siempre que el significado de un mensaje, es el mismo para todo tipo de personas? No creo. Eso es lo que intentamos aclarar en la anterior entrada: demostrar como un término es suceptible a muchas interpretaciones y acepciones. Mantener esa conciencia «semiótica» pude ser muy útil para el intérprete.

Si usted va a señar «fulano se murió» o «mataron a perenceno» y no le entienden, no llegue apresuradamente a la conclusión de que «el nivel» de lengua de señas del usuario es inferior al suyo. Generalmente eso es lo que pasa; que el Sordo es el que no es inteligente, que no le llega a su nivel. ¿No será al contrario? ¿No será que usted es el que no está siendo inteligente? Si no nos entiende el Sordo ¿No nos entiende o será que todavía no sabemos preguntar en lengua de señas?

Por eso si va interpretar algo sobre la muerte, pregúntese c0n esa conciencia semiótica, primero de que tipo de «muerte» se está hablando, el concepto de muerte es muy amplio de cultura en cultura, y aún dentro de una misma cultura, existe un amplio rango de sentidos. Después piense en el concepto de muerte en la cultura destino, en este caso la cultura Sorda ¿Que es lo que significa en términos de TC y CN la muerte para los sordos?

Una vez que tenga ubicado esos dos contextos culturales, ubique también el enfoque traductológico en el cual desea moverse. ¿Quiero que el Sordo me entienda en sus términos informales? (a lo Sordo) ¿O pretendo hacer una interpretación que rescate la exactitud del idioma fuente?. Es lo que Eco (2008) llama Extranjerizar o Familiarizar, si familiarizo el texto, sacrifico contenido y exactitud. Si extranjerizo, rescato exactitud pero pierdo comprensión y digeribilidad del texto. Interpretar/traducir es un acto de negociación, se pierde y se gana… la idea no es ganarlo todo, pero si la mayor parte. Un intérprete de lengua de señas perspicaz, siempre estará consciente de esa realidad y no menospreciará ni subestimará las llamadas desde la sociolingüística variedades regionales, sociales o idiolectales. Estará siempre abierto a asimilar otras variedades sociolingüísticas de las lenguas que «habla» sin importar su prestigio.

Una pregunta de un Juzgado no podría ser tan paradógica como la frase de la canción de Los Abuelos de la Nada, pero es un terreno de arenas movedizas nuestra opinión personal en asuntos legales. Mi opinión, insisto, es esta: no se arriesgue.

Los sinónimos de robar según el afamado diccionarío en linea Wordreference son: Estafar, timar, quitar, hurtar, afanar, mangar, atracar, sisar, despojar, desvalijar, defraudar, usurpar, malversar, sustraer, expoliar, limpiar. ¿Será que robar es lo mismo que hurtar o timar o atracar en un juzgado? Les pido que no hagan el intento para comprobarlo.
Como es necesario ponerle fín a esta reflexión (pues pudieramos seguir añadiendo puntos e imaginando posibilidades a la situación en cuestión) quisiera terminar resumiendo lo que he dicho sobre la situación en particular. Seguramente, usted dirá: «pero este hombre habla mucho y no dice en concreto que es lo que toca hacer en esos juzgados»

Precisamente eso es lo que quiero concluir. La situación es muy compleja. Aunque existen decisiones reprobables en más de un sentido, en ocasiones sucede que puede haber más de una salida aceptable a dicho impasse lingüístico. Como no les puedo decir que deben hacer puntualmente en cada caso, he intentado en esta reflexión abrir un abaníco de posibilidades para que usted, allá en su pais, región o ciudad, busque la aplicación o la adaptación que más le convenga a mi propuesta.

En la situación hipotética que expuse, yo no me arriesgaría. Definitivamente, creo que el intérprete debe perfilarse como un profesional que refleje autoridad sobre lo que hace. No debe sentirse apabullado por los contextos, o por el «que diran». En las reflexiones anteriores de esta bitácora, hablaba yo desde la teoría mediática como los intérpretes llegan a transformarse en extensiones de sus usuarios por efecto de la alienación. Por lo tanto, no se convierta en un objeto más del juicio. Usted no es un micrófono o una camara de video. Como individuo y profesional, usted tiene en su poder un criterio para tomar decisiones… un criterio traductológico. Indiscutiblemente estaremos de acuerdo en que el intérprete debe manejar un «bajo perfil» que evite llamar la atención sobre el innecesariamente, con el fín, de viabilizar la interacción comunicativa sin interferencias. Sin embargo, nunca permita que ese «bajo perfil» se convierta en un «sinuoso perfil». Es decir, que por no llamar la atención, termine optando una actitud solapada y deontológicamente reprochable. Si alguna vez usted llega a tener la oportunidad de interpretar en un juzgado, tómese el tiempo que necesite; si lo llega a necesitar, interprete en consecutiva; si es imperioso detenerse, detengase y pregunte; no pregunte cada 5 segundos, pero como decimos en Colombia «no trague entero», está en juego también su pellejo… siempre lo está, pero con más razón en una situación como esa.

Pocas son las situaciones que exigen tanto de un servicio de interpretación y que al mismo tiempo pueden contribuir a su enriquecimiento profesional.
Bibliofrafía
Newmark, Peter (1992) Manual de Traducción, Ed Cátedra (Traducción de Virgilio Moya)
Eco, Umberto (2008) Decir casi lo mismo, Ed Lumen, (Traducción de Helena Lozano)

Acerca de abarretoz

Sign Language Linguist and Anthropologist
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