Señas de identidad: Aspectos culturales desde lo proxémico

Fuente:http://www.laopiniondemalaga.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008102300_5_212800__Opinion-identidad

por Fernando Delgado

Ahora resulta que es mentira que Angela Merkel se haya quejado al Elíseo por los golpecitos que en su espalda le da Nicolás Sarkozy. Un periódico suizo se inventó eso de que está hasta el gorro de que Sarkozy le ponga la mano en el hombro, la tome del brazo o le dé un besito. Pero yo, ingenuo, pensé de inmediato que los protestantes son muy severos, y que Merkel, hija de un luterano pastor de almas, lo que quería era apartar de sí la tentación. Claro que, esperándole en casa Carla Bruni, costaba imaginar que el presidente francés tocara a la canciller alemana porque se hubiera sentido deslumbrado por ella.
Pero en caso de ser cierto lo que dicen que es invención, no sería al pecado a lo que temiera Merkel, sino a que se pudiera pensar que entre ellos hay más de lo que hay, es decir, ciertas complicidades políticas que no llegan a tanto. Y de ser cierto eso, que era lo que contaban en París, hubiera tenido toda la lógica del mundo que Merkel se protegiera por vía diplomática de unas apariencias que no le serían favorables. Sin embargo, la noticia de que Merkel no quería que Sakorzy la tocara venía acompañada de la aclaración de una periodista alemana, que sí era cierta: «Tocarse no forma parte de la cultura alemana, y todavía menos de la cultura del este alemán», explicaba. Así que, frivolidades aparte, si no fuera por la diferencia cultural entre Alemania y Francia en lo que a la proximidad de los cuerpos respecta, hubiera sido probable que la canciller no se mosqueara tanto como decían que se había mosqueado, y más si esa diferencia se incrementa en la zona alemana en la que ella vino al mundo.
En consecuencia, con lo que me quedaba yo de este chismorreo era con la convicción de que lo que une a Europa es el euro y lo que separa a unos países de otros no es sencillamente la lengua. Basta con irse un poquito de las manos, que eso sí es verdad que le pasa a Sarkozy, para comprobar nuestras enormes diferencias culturales. Incrementadas además por las identidades regionales. Una de las señas de identidad del español, por ejemplo, es tocar y besar mucho y, al revés de lo que pasa en el este de Alemania, cuanto más al sur y al este más sobones. Será por señas de identidad? Y aparte. Aquí, en España, el Jefe del Estado es probable que tenga una cierta naturaleza tocona, dada su proverbial campechanía -ningún español campechano se priva de tocar-, pero muy controlada por su condición de rey. Los reyes deben tocar poco por la cuenta que les tiene, si no quieren ser tocados, como es de rigor.
Otra cosa son los jefes de gobierno. Adolfo Suárez fue muy simpáticamente tocón, tan efusivo que se le iban las manos. No sé cómo sería Calvo Sotelo, pero de tan tieso no parecía ni tocarse a sí mismo. Felipe González, en cambio, no es cicatero en los abrazos y en las manos por el hombro. José María Aznar, no sé, pero si pone los pies sobre la mesa en la casa de sus amigos, como hizo en la de Bush, qué más da unos cuantos toqueteos. Y en cuanto a Zapatero no parece que sea de mucho tocar, sobre todo porque muchas veces da la impresión de que no sabe bien dónde poner las manos. Vean las diferencias entre estos cinco -castellanos, madrileños y andaluz- y, a la vez, las de los dos madrileños entre sí.

Acerca de abarretoz

Sign Language Linguist and Anthropologist
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